(1981 - Durante la dictadura)
Uno que no tiene nada que vender,
salvo el incendio del dolor,
cuando llega a intimar con todas las variantes del hambre,
legendaria tradición occidental y ganadera;
ya no se alarma por la detonación al borde del abismo.
Uno que sabe y desconoce la desesperanza,
cuando ha bebido en la fuente de sus propios miedos,
cvomprende que sólo los pajarracos cantan,
en un país sin ganas,
en tanto el horizonte es un círculo de fuego,
donde los domadores enseñan a saltar,
sobre una ciudad de muertos a la deriva,
los traidores bailan sobre el alambre,
en tanto enanos y payasos
sostienen la red que los protege.
uno va anudando las tristezas y el cansancio,
los reptiles hacen malabarismo,
y los ilusionistas
sacan de sombreros manoseados,
frases como: el futuro es luminoso,
y otros vidrios de colores,
siempre útiles para un destino
de animales domésticos.
!Cuánta belleza
ser tan joven para ofrecer el pecho,
con la seguridad
de que sus recuerdos
iban a cantar¡
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