miércoles, 14 de septiembre de 2005

Declaración Final

Me declaro solemnemente pobre,
por situación y origen.
No dejaré a mis hijos
una situación acomodada,
sino más bien comprometida.
No soy tipo de fiar,
por lo tanto,
niego que al partir me queden deudos,
a lo sumo,
gente que alguna vez
me haya querido.
Porque me alimenté con el asombro
del simple y cotidiano milagro de mi pueblo,
porque me fui muriendo en cada abrazo,
en cada ausencia que me habita,
reclamo el saludable derecho
de odiar a mis verdugos,
y amar hasta el incendio
cada abonía de mis enemigos.
Reconozco haber sido apenas un acróbata
con muy poca noción del equilibrio,
en la búsqueda feroz de la ternura.
Un solitario que sólo aprendió a partir,
una interminable madrugada
de blasfemias, de sol, y de ginebra,
se disparó el reloj y se voló el sentido.
He gustado la certeza del abrazo fraternal
y la tristeza de tantas dentelladas.
He saboreado el vino del amor y la esperanza,
cuando me nombran y los llamo:
compañeros.
Mis puertas de partir ya están disñpuestas,
que no se culpe a nadie de mi vida

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