Su rostro era el mapa de los tiempos.
las historias, los hechos y la gente.
Camina sin apuro a pasos firmes
hurgando sus fantasmas suavemente.
Irremediablemente era anarquista,
El abuelo, viajero de los sueños.
Un día se enfrentó al horizonte
sin urgencias, sin límites ni dueños.
Hubo noches mágicas, eternas,
habitadas por su fresca memoria.
Con su voz de madera nos contaba
el país desde todos sus rincones.
El abuelo soltaba sus recuerdos
sostenidos por mate y cigarrillos,
Y desfilaban bohemios, atorrantes,
la vida contenida en conventillos-
cuando el día golpeaba las ventanas
y nosotros caíamos dormidos
él sacaba el mate a la vereda
saludando al sol como a un amigo
En Parque Patricios, un domingo,
con su amado Huracán de compañero.
sólo en la tribuna, sólo como un pueblo,
como un sueño, el sólo y sus recuerdos
Sólo como puede estar aquel que lucha,
el que no se vende a ningún precio,
venciendo su destino con un grito
se internó al fondo del silencio
Nosotros esperamos cualquier noche
silenciando al silencio y al olvido,
que nos traiga el mate y sus historias
con el grito que dejó interrumpido
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