Soy el remotísimo hijo de una provincia
tan alejada de los centros imperiales,
que no podemos saber hasta ahora,
en donde estamos parados.
Soy el provinciano de América del Sur,
generad0ra incansable
de arcángeles del bien y del mal.
Sólo que el bien y el mal,
son conceptos inalcanzables
para el cadáver de un niño desnutrido.
Tengo la piel del Cono Sur,
este Cono Sur gran bebedor de vino,
no menos grande cazador de epopeyas,
que solemos perder en el último minuto,
como el colectivo de medianoche,
porque nos negamos a aceptar,
que en la distribución de los destinos,
tenemos asignado el cero a la izquierda.
Soy el benemèrito hijo del subdesarrollo,
tema en las tesis doctorales,
en cualquier idioma, menos en el mío.
Soy el fértil campo de experimentación,
de pretorianas fuerzas policiales,
que suelen celebrar nuestras pocas alegrías,
con un perfecto cero dibujado por una bala,
preferiblemente en la espalda,
para que nunca nos olvidemos de cargar con ella.
Soy el hermano gemelo de la muerte anunciada,
por bandos militares, documentos pastorales
y préstamos para el desarrollo.
Soy el obsecado enamorado de esta tierra castigada.
Soy el árbol, la minúscula mata,
en las desoladas llanuras,
o en las allturas donde vigila el cóndor.
Allí permanezco, estaré,
hasta el día de mis sobrevivientes,
que vencerán. pese a quien pese.
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