juguete de una rueca delirante de urgencias
alguna noche reclamo en el incendio
refugio en la voz de un amigo
frente a su puerta aspiro una grave alegría
que ronda la tristeza
expiro las vergüenzas las muertes sin rescate
las sombras que me acechan
al dorso de mis sombras
atravieso sus puertas y me envuelve
un fuego de caminos
un diálogo de sueños
un múltiple monólogo
un silencio de música
un coro de silencios
la casa se llena de luces y fantasmas
Miguel Hernández pasea por la sala
las mujeres que amamos
golpean las ventanas
los poemas que jamás escribimos
y la sangre que vuela astillada y filosa
al tuétano del hombre
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