miércoles, 17 de octubre de 2007

Domingo nuestro

El domingo en la villa.
está parado sobre las mismas vértebras de lata,
la misma calle desnuda hasta los huesos,
el mismo vuelo de alitas con remiendos.
Pero en el fondo, al revés del olvido,
hay un modo distinto de transcurrir la pobreza.
Es día de familia en asamblea,
de vino, enloquecido de rebelde,
de truco, con gargantas ardiendo,
de celebrar con los vecinos,
la atardecida ceremonia de mate y tortas fritas.
Y ya sabemos,
cuando penetra la bronca en el silencio,
cuando armonizan la tristeza y las ganas,
el tiempo que nos queda,
no puede ser el mismo que vivimos,
aunque amanezca el lunes
feroz y cotidiano.



Ingeniero Budge, mi barrio de la infancia




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