alguna desesperanza me ganó la mañana
puso un viejo silencio en la distancia
que va desde el umbral de mi casa
hasta los pasos de alguien
que no viene a buscarme
al vestirme sentí a la soledad
husmeando mis zapatos
revolviendo con dedos amarillos
sus heladas astillas en mis párpados
husmeando mis zapatos
revolviendo con dedos amarillos
sus heladas astillas en mis párpados
naufrago entre papeles oscuramente blancos
me apuñalan las palabras por las sombras
para ahogar el grito que perturba mis manos
entonces la escalera repite fuertes pasos
llegan compañeros con su oficio de hoguera
me pongo el viejo compromiso y la mejor tristeza
y salgo a andar la vida y renacer con ella
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