Tercamente de pie sobre su propia muerte
por las cicatrices de su piel
sobre el ladrillo
cae una torpe lágrima de hollin
de sus cuadrados ojos de pupilas quebradas
sus paredes respiran amargas reflexiones
en letras desparejas como insufribles callos
gigantesco esqueleto de vientre despojado
en su interior se agitan sonidos en cenizas
vigorosos pasos laten en las tinieblas
gime la voz de un torno condenado al exilio
hay tardes que el aire parece enloquecido
una muda sirena es una cuerda tensa
golpeando al barrio con la dura
pulsación del desempleo
la fábrica muerde la hora de salida
volcando pura ausencia en la vereda
como un llanto desnudo aterido de frio
hay un pueblo que muere
simplemente por faltarle la vida
hay hombres duros con las manos de duelo
el suburbio se enreda en su raíz herida
una fábrica ha muerto
hacen guardia de honor los padres sin trabajo
pasan las villas con coronas de sudor embravecido
juveniles brazos como herramientas nuevas
convocan al rescate del torturado cuerpo
te convocan
dulce mujer de obrero
endurecida en las postergaciones
para que siembres un pétalo del hombre
en los cimientos de este cuerpo atormentado
hasta que de él germinen siglos
inapelablemente proletarios
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