Inmóviles de verde y piedra fértil,
guardan su costado occidental los cerros,
En tanto el Aconquija ordena,
la memoria del viento.
Un sonido vegetal estalla,
en la geométrica plasticidad de las quebradas,
acude la lluvia de los valles,
hacia el cáñaveral, que agita brazos verdes,
heridos de jornales impìadosos,
feroz coreografía de mudos manifestantes.
En pleno corazón del norte,
florece
pequeña y bulliciosa,
como un bello estampido.
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